Hacktivismo y cibercultura
“Los hacktivistas a lo largo del tiempo han incursionado en todo este tipo de actividades cibernéticas como denegación de servicio, redireccionamiento web o la obtención de datos, algunas veces de forma ilegal, otras no tanto”, refiere Alejandro Martínez Varela, coordinador de Diseño, de la Coordinación General de Tecnologías de Información, de la Universidad de Guadalajara.
Acerca del origen de la palabra hacktivismo, dice: “Muchas veces se habla del hacker como aquel que vulnera los sistemas y que es un criminal, pero realmente la definición de origen era esa: la de alguien con altos conocimientos técnicos pero además con la iniciativa de aplicarlos en algo. Y activista, aquellas personas que toman protagonismo defendiendo causas que son de beneficio para la comunidad o para la humanidad, por ejemplo, Greenpeace”.
Martínez Varela explica que en la actualidad el hacktivismo se caracteriza por ese tipo de personas que aprovecha la parte tecnológica y trata de movilizar a la sociedad para que tome carta en asuntos que son de su incumbencia y relevancia; hay muchos ejemplos de hacktivistas modernos: “Lo interesante es que es un fenómeno que se ve creciente pero que al mismo tiempo se ve opacado por los denominados Troll, término que describe a las personas que se ocultan para manipular o tergiversar una realidad en beneficio de unos pocos; por el contrario el hacktivista es alguien que se manifiesta y no mantiene el anonimato”.
Este fenómeno tecnológico y social ha motivado a que sucedan cambios culturales en la sociedad y surge, muchas veces, por la frustración de aquellos que perciben aspectos negativos o de corrupción y ven más allá de éstos problemas, y es cuando reaccionan y comienzan a vislumbrar otro panorama para contrarrestarlos.
Agrega: “Uno de los hacktivistas más famosos es Edward Snowden, quien reveló a la luz pública información de las actividades de espionaje que se están llevando a cabo en la red, y éstas también son ilegales. Snowden señaló lo que se sigue haciendo mal a nivel de los gobiernos.
“Es gente que está metida en la tecnología, en la internet, que presenció el nacimiento de fenómenos como Facebook o Twitter, sin embargo, en la actualidad a la mayoría todavía les sorprende lo que se puede hacer con estas herramientas; también cabe señalar que desde hace mucho se había anticipado que pudieran aparecer problemas y cambios en la cultura”.
Los hacktivistas, al tener el conocimiento de cómo opera la tecnología y de cómo impacta o va a impactar a la sociedad, están al pendiente de cuando alguien comienza a abusar de ella e inmediatamente tratan de crear conciencia en la gente y utilizan las herramientas que tienen a la mano, como las redes sociales.
Alejandro Martínez reitera que “a final de cuentas es nuestra naturaleza de ser humano social, es decir, simplemente ahora en lugar de reuniros en el bar, en la cafetería o en el parque, a veces coincidimos en los grupos dentro del Facebook. Las nuevas generaciones son las más permeables a la cibercultura y en el caso del hacktivismo yo lo señalo como importante, porque a lo mejor no nos convence ahora, pero las nuevas generaciones van a ser mucho más receptivas a esas ideas”.
Dice que es un fenómeno al que le tenemos que entrar, porque el internet, los medios masivos de comunicación, la interactividad, los teléfonos inteligentes, todo este nuevo ecosistema es parte de la realidad.
“Antes se le llamaba a mucha de esta tecnología realidad virtual y hoy en día vemos que ya existe. Ahora el término que se utiliza es el de realidad aumentada y es más acertado, porque realmente lo que se está haciendo es enriqueciendo la percepción que tienes del mundo real y con elementos que existen y que te afectan e impactan en la vida cotidiana, en la economía, en las ideas, en el tiempo invertido y, por ejemplo, las redes sociales no se quedan en la computadora cuando la dejas de usar, ya las traemos en el celular y además nos aportan información para tomar decisiones”.
Por:
Rubén Hernández Rentería
Fecha:
22 Junio 2015
Nota publicada en la edición 839
Fuente:
http://gaceta.udg.mx/G_nota1.php?id=17764