Tecnología más cómoda
El objetivo de la tecnología wearable es la adaptación de lo más avanzado en dispositivos para que se puedan portar de manera muy cómoda: con relojes, anillos, pulseras o lentes inteligentes, como los Google glass.
El desarrollo tecnológico se ha miniaturizado lo suficiente como para emplearse en estos accesorios, por ejemplo, el nuevo procesador de Intel llamado Curie, cuyo tamaño es como el de un botón, cuenta con la capacidad de conectar vía bluetooth a más de un dispositivo y con poder de procesamiento suficiente para hacer funcionar un gadget desde una aplicación móvil.
La también llamada tecnología vestible, muestra lo que será el futuro tecnológico, porque tiene todas las facilidades y ventajas que ofrecen los smartphones o las tabletas, pero de manera más confortable, manteniendo nuestras manos libres y con una accesibilidad mucho más rápida.
Además de los gigantes como Google, Samsung o Apple, otras compañías incursionan en los dispositivos wearables, como Motorola y Binatone, las cuales desarrollaron un dispositivo dirigido para perros: se trata de un collar a prueba de mordidas, equipado con una cámara digital para tomar fotografías y video en alta definición, y también integra GPS, Wi-Fi, bocinas y micrófonos. Una app móvil (para iOS y Android) mantiene al dueño informado sobre movimientos y ruidos constantes del perro. El GPS es capaz de georeferenciar la posición del perro en caso de que éste se salga de la casa. Su costo será de 199 dólares.
A pesar de la proliferación de los wearables, Watch, el reloj inteligente de Apple, es el dispositivo más esperado por los adeptos a los gadgets, y se estima que para 2018 estos dispositivos alcancen las 112 millones de unidades, más de cinco veces la cifra del año pasado.
En 2012 el gigante Google lanzó el Google glass y fue el dispositivo que prácticamente inició esta clase de tecnología, y para este año 2015 trabaja en unos lentes de contacto inteligentes que contienen un pequeño procesador de computadora y cuya meta es ayudar a los pacientes que padecen de diabetes a medir los niveles de glucosa a través de sus lágrimas.
En general, los wearables aportan una determinada funcionalidad, que puede partir de la extracción de datos del propio usuario y su interacción con otros dispositivos, o bien de la puesta a disposición de servicios externos.
El hecho de llevar “puestos” dispositivos que extraen datos del usuario y se interrelacionan con otros sistemas en conectividad, ofrece un sinfín de oportunidades de negocio, pero esto puede convertirse en una pérdida de privacidad, por lo que los expertos trabajan en recomendaciones para definir responsabilidades y para ello se debe tener en cuenta a fabricantes, desarrolladores de aplicaciones, así como a los propios usuarios.
Roberto Martínez, de los laboratorios Karspersky, analizó el Google glass y señala que existen dos formas distintas de conectarse a la Red con éste: “Uniendo el dispositivo vía bluetooth con el dispositivo móvil con el que comparte su conexión, o directamente por Wi-fi. Esta última opción ofrece al usuario más libertad, ya que no requiere de otro dispositivo móvil para navegar. Sin embargo, esta funcionalidad también hace que los lentes estén expuestos a ataques vectoriales de red, especialmente del tipo Man-in-the-Middle, ya que la comunicación entre dos sistemas puede ser interceptada”.
De manera general, en el ámbito de la salud, la aplicación de los wearables ofrece importantes perspectivas de futuro. Se trabaja en el desarrollo de dispositivos para mejorar la calidad de vida de los pacientes con padecimientos pulmonares, medir la actividad cerebral y controlar los movimientos de los enfermos de Alzheimer y otras enfermedades cognitivas, y también prevenir ataques de epilepsia.
En el ámbito laboral, el uso inteligente de los “vestibles” se aprovecha como estrategia para mejorar la salud y la productividad general de los trabajadores. Para comprobar lo anterior, Chris Brauer, de la Universidad de Londres, le pidió el año pasado a los empleados de la agencia de medios Mindshare en Londres que usaran uno de tres rastreadores a elegir: una pulsera acelerómetro, un monitor de ondas cerebrales portátil o un entrenador de postura. Después de un mes de uso, la productividad aumentó en un 8.5 por ciento y la satisfacción laboral en un 3.5 por ciento.
Por:
Rubén Hernández Rentería
Fecha:
2 Febrero 2015
Nota publicada en la edición 821
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