Escapar del ojo orwelliano en la red
A principios de los 70, el Congreso del estado de Nueva York emitió el siguiente comunicado: “La biblioteca, como santuario único de la más amplia gama posible de ideas, debe proteger la confidencialidad de sus registros, con el fin de asegurar el derecho de sus lectores a leer lo que deseen, sin temor de que alguien pueda ver lo que leen y usarlo como una forma de intimidarlos. Los registros deben ser protegidos de los autoproclamados guardianes de la moralidad pública y privada y de los funcionarios que podrían sobrepasar sus prerrogativas constitucionales. Sin esa protección habría un efecto escalofriante en nuestros usuarios de la biblioteca, pues mentes inquietas y ávidas, lejos de explorar amplias avenidas variadas del pensamiento, se alejarían por temor a la posibilidad que otros conocieran su historia de lectura”.
Hoy todo lo hacemos por internet: consultamos noticias, hacemos pagos, planeamos viajes, opinamos sobre cualquier cosa y hasta damos muestras de cariño a nuestros seres queridos en redes sociales. Sin importar el dispositivo que usemos para navegar por internet, se van manteniendo registros de información indexada para facilitar la búsqueda de temas y el registro de consultas. Funciona como el sistema de catalogación y registro por ficha bibliográfica, pero más rápido, para todos los sitios que visitamos y es accesible para el proveedor de internet.
A estos registros que “ayudan” en la búsqueda, localización y registros de información en internet le llamamos metadatos, y con el pretexto del combate al terrorismo, varios países han creado leyes para recolectarlos de los operadores de telecomunicaciones, sin pensar en el atropello a sus ciudadanos. En Europa el Tribunal de Justicia de la UE notificó: “Estos (meta)datos, considerados en su conjunto, pueden permitir extraer conclusiones muy precisas sobre la vida privada de las personas… Estas legislaciones nacionales (las que buscaban recolectar metadatos) exceden los límites de lo que es estrictamente necesario y no pueden ser justificadas en una sociedad democrática”.
En México, fuera de la protección del Tribunal de Justicia de la UE, la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión en su artículo 190 obliga a las empresas de telecomunicaciones a conservar los metadatos de sus usuarios. El simple hecho de que exista un repositorio en cada proveedor de internet con los metadatos de usuarios es un riesgo grandísimo, pues constituye un jugosísimo botín que hackers de todas latitudes buscarán obtener.
El historial de navegación es parte de los metadatos y si cae en manos de terceros podría exponer a los usuarios y sus familias a daños en su integridad física, extorsión (mediante la identificación de afinidades religiosas, deportivas, sexuales, políticas, ideológicas, etcétera), suplantación o robo de identidad, entre otras calamidades.
Por más orwelliano que parezca, debemos ser conscientes de que lo que hagamos en internet está siendo registrado en alguna parte y podría ser revisado por alguien. Si queremos mantener privacidad, no basta con buscar acceso a sitios seguros, sino que hemos de invertir en un servicio de VPN que ofusque nuestra conducta de navegación. Existen servicios gratuitos, como torproject.org, y comerciales, como strongvpn.com, que además nos hacen parecer que estamos en otro país; nordvpn.com que combina varias capas de privacidad o tunnelbear.com, que es el más sencillo de utilizar, ideal para usuarios con limitados conocimientos técnicos.
Para concluir debemos reconocer que no sólo el gobierno podría fácilmente ver nuestro historial de navegación, así que, aunque no se porten mal navegando por internet, ¡cuídense bien!
Por:
Alejandro Martínez Varela
Fecha:
19 Febrero 2018
Nota publicada en la edición 959
Fuente: http://www.gaceta.udg.mx/G_nota1.php?id=22905